lunes, 2 de julio de 2007

ULTIMAS LEYES SOBRE INCENDIOS

ORDEN DEF/1766/2007, de 13 de junio, por la que se desarrolla el encuadramiento, organización y funcionamiento de la Unidad Militar de Emergencias

REAL DECRETO 399/2007, de 23 de marzo, por el que se aprueba el protocolo de intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME)

Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público

Norma Básica de Autoprotección de los centros, establecimientos y dependencias dedicados a actividades que puedan dar origen a situaciones de emergencia

Decreto 7/2007, de 19 de enero, del Consell, por el que se aprueba el Reglamento Autonómico de los Servicios de Voluntariado de Protección Civil y Estatuto del Voluntariado de Protección civil.

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COMPONENTES NECESARIOS PARA QUE OCURRA LA COMBUSTION



Un incendio es en realidad el calor y la luz (llamas) que se produce cuando un material se quema o pasa por el proceso de combustión. El proceso por el cual una sustancia se quema es una reacción química entre un material combustible y oxígeno, o sea combustión. En este proceso se libera energía en forma de calor.
Un incendio se produce por la presencia de cuatro elementos básicos: calor o fuente de ignición, material combustible, una concentración apropiada de oxígeno y la reacción en cadena. Se acostumbra visualizar la relación de estos cuatro elementos como una pirámide en la que cada elemento representa un lado y se unen en una relación simbiótica o mutuamente beneficiosa.
El primero de estos factores necesarios, el combustible: puede ser cualquiera entre millares de materias: carbón, gasolina, madera, etc. En su estado normal, sólidos o líquido, ninguno de estos materiales arde. Para que ardan necesitan convertirse antes en gas.

El segundo factor esencial para que el fuego arda es el calor: este es el que nos da la temperatura necesaria para convertir en gas al combustible, de manera de arder. Algunos combustibles se convierten en gas (se gasifican o se volatilizan) a temperaturas mas altas. Sabemos que necesitan menor calor para volatilizar la gasolina y hacer que arda, el que necesita para lograrlo con madera o carbón.

El tercer factor para que el fuego arda, es el oxígeno: para provocar la ignición y comenzar a arder, el fuego necesita oxígeno.
El último factor para que el fuego arda es una fuente de ignición: cualquier instrumento que desencadene el fuego.

El Triángulo del Fuego:

TETRAEDRO QUE SIMBOLIZA EL INCENDIO

Si uno de estos elementos no existe o se elimina, no hay o se termina el incendio. Este principio se utiliza para la extinción de incendios:
Enfríe el incendio: El agente común es el agua. Se aplica comúnmente en forma de torrente sólido, ducha fina o orada a espuma.

Elimine el Oxígeno: el material que se está quemando con una manta, con una tapa, tierra, espuma o con Cuando utiliza un extintor lo que normalmente hace es cubrir el área del incendio de un gas más pesado que él

Elimine el Material Combustible: Aleje el material combustible o cierre la fuente, siempre y cuando esto no ponga en peligro su vida o la de los demás.
Interrumpa la Reacción en Cadena: En el desarrollo del incendio, las formar la llama. Al llegar a esta etapa se forman radicales libres, vitales para que se sostenga el incendio. Los compuestos químicos en los extintores captura radicales libres e en cadena. Otros el dióxido de reacción en ligeramente

COMO EVITAR LOS INCENDIOS


De acuerdo a las estadísticas sobre las causas de los incendios, son los campesinos los primeros responsables de estos hechos, provocando que el fuego se propague cuando preparan el terreno para el cultivo, sin tomar las medidas preventivas apropiadas, indicó el Ing. Corona.Para él, la llegada de estos meses de abril y mayo implican una mayor preocupación y una vida en estado de alerta, pues sabe que pueden ocurrir incendios en cualquier momento y que debe estar disponible para atender la emergencia, y ya estando en ella, como jefe de Protección Forestal, debe discernir la mejor manera de controlar y apagar el fuego, sin arriesgar al personal y evitando el menor daño al recurso forestal.Dijo que si bien inicia un estado anímico de alerta, también debe confiar en el trabajo preventivo que se realizó con anticipación, pues si tuvieron una buena organización y prevención “las actividades de combate van a ser, cuando se lleguen a requerir, mucho más efectivas”.Apuntó que combatir el fuego es un trabajo difícil y no todas las personas pueden realizarlo, pues se necesita una preparación física, dado que los incendios se presentan en terrenos accidentados, lo que implica la necesidad de tener capacidad para desplazarse; asimismo, se requieren importantes conocimientos técnicos sobre el comportamiento del fuego y saber cómo reacciona ante el clima, la temperatura, los vientos y los diferentes tipos de combustibles. En la actualidad las dependencias responsables del cuidado de los bosques cuentan con equipo aéreo, por lo que además, debe haber personal preparado para utilizarlo.El Jefe de Protección Forestal tiene 32 años dedicado a esta tarea, primero, como parte del personal de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (como se llamaba entonces). Su trabajo ha sido reconocido en varias ocasiones por las autoridades y ha sido llamado para que colabore en otros siniestros, como fue el caso del incendio registrado en Quintana Roo en el año de 1989, en donde el incendio, que acabó con más de 100 mil hectáreas, logró controlarse hasta después de dos meses.En Jalisco, los incendios más graves han afectado de dos a tres mil hectáreas

El fenómeno de los incendios forestales se ha convertido en uno de los mayores problemas ecológicos que sufren nuestros montes debido a la elevada frecuencia e intensidad que ha adquirido en las últimas décadas.
El fuego es un elemento natural que forma parte de los fenómenos que modelan el paisaje. Especialmente en los ambientes mediterráneos debemos admitir que el fuego es un incómodo compañero de viaje con el que hay que convivir. Precisamente, gran parte de nuestra vegetación está adaptada a la acción del fuego, con estrategias rebrotadoras o de germinación tras el incendio.Pero la actual situación no tiene nada que ver con fenómenos naturales. La intensidad y recurrencia de los incendios forestales está teniendo efectos dramáticos sobre nuestro suelo, con efectos irreversibles en algunos casos. El fuego reiterado provoca una merma en la capacidad de la vegetación para recolonizar el terreno o tapizar el suelo. Las elevadas pendientes aumentan además la erosión generando suelos cada vez menos productivos. Avenidas, inundaciones, colmatación de embalses y desertificación son consecuencia del paso repetido del fuego por nuestros ecosistemas.A la luz de las actuales cifras de incendios hay que reconocer que algo se ha ido de las manos. La situación en la década de los 90 ilustra la profundidad y gravedad del problema: entre 1990 y 1999 se produjeron 181.051 incendios forestales (unos 18.000 al año) en los que 652.492 hectáreas de superficie arbolada fueron destruidas por los incendios forestales y a ellas hay que añadir 946.916 de superficie forestal no arbolada.En lo que llevamos de siglo XXI la tendencia se mantiene y así, en 2004, y según datos del Ministerio de Medio Ambiente, los conatos de incendio (incendios de menos de 1 hectárea) fueron 14.109 y como incendios mayores se contabilizaron 7.267. Ardieron 56.147 hectáreas de superficie arbolada y 72.856 de superficie forestal no arbolada (matorral, monte bajo y herbácea). A la vista de estos datos es necesario recordar que el 95% de estos incendios son originados por la actividad del ser humano.La actual magnitud del fenómeno de los incendios forestales se debe a factores estructurales importantes, entre los que destacan:El abandono drástico de las actividades agrosilvopastorales que se ha producido en apenas cuarenta años debido al éxodo rural, con un incremento de la biomasa en los ecosistemas que los hace fácilmente combustibles La permanencia de la cultura del fuego (quema de rastrojos y pastos) en una parte importante de la población rural.La lucha contra los incendios forestales se ha centrado casi exclusivamente en la extinción, olvidando la prevención y una correcta planificación forestal, enmarcada en una buena ordenación del territorio. Pero lo cierto es que en la actualidad las mayores inversiones en materia forestal están destinadas a la extinción de incendios, la construcción de infraestructuras asociadas a éstos: red de cortafuegos, red de pistas forestales, puntos de agua, etc. y reforestación de terrenos incendiados. Es decir, que si existe algún negocio floreciente en torno a los bosques, éste está asociado a apagar incendios y repoblar zonas quemadas.Pero la investigación y el combate de las causas no han sido objeto hasta hoy de la atención de las autoridades. Si hay responsables hay que identificarlos, analizar las causas que les inducen a provocarlos y plantear soluciones. Éstas pasan necesariamente por el establecimiento de una gestión forestal preventiva y la definitiva aceptación de que, tras los incendios forestales, existe una compleja madeja de problemas sociales, económicos y de gestión que invitan a huir de planteamientos simplistas y recetas mágicas. En tanto no se empiece a desliar esta madeja, quienes queman nuestros bosques seguirán gozando del privilegio de la impunidad.